Muñecas Rusas

Muñecas Rusas

el ciclo del agua




El ciclo que coordinan Ana Laferranderie y Florencia Walfisch comenzó, como idea,  apenas se abrió en San Telmo la librería Fedro, en junio de 2006. Pensado como un espacio de difusión y encuentro con la poesía, construyó su identidad a medida que se fue gestando.
El formato presenta cuatro poetas, en un encuentro sostenido, aseguran, "netamente en los textos y en una invitación a leer un poema de otro autor en una ronda de cierre, como modo de acercamiento a los poetas también como lectores.  Así, se va materializando una suerte de antología de poemas de otro autor, estableciendo una resonancia entre los textos y quien los elige, y también un diálogo de estéticas entre los poetas convocados en cada mesa. Coincidencias, alternancias, contrapuntos y contactos entre los textos, siempre conformando un dibujo de la lectura en conjunto".
El intercambio se produce también entre quienes asisten a cada lectura: antes, al compartir un vino con masas, durante la lectura y en el cierre del encuentro.
El ciclo busca presentar un abanico de voces diferentes desde el estilo y el tono, desde lo generacional o el género, con el propósito de romper compartimentos estancos, lograr una apertura a nuevas voces y estilos más allá de las preferencias particulares, con el fin de hacer crecer la propia escucha.
Ana y Florencia aseguran que "la poesía es una, que puede tener tonalidades y formas muy disímiles pero todas ellas válidas si se sostienen en la laboriosidad, la honestidad, el compromiso, el cuidado". Su pasión por el lenguaje poético las impulsa a abrirse y conocerlo sin mezquindades, porque es para ellas "un modo privilegiado del pensamiento, que permite decir y transmitir lo que vive en el silencio, pelea contra lo indecible para atisbarlo y al mismo tiempo recrea, inventa, construye mundos que embellecen la vida" (A. L.)
Mundos ignorados, como es ignorado el aire por las alas de los pájaros, o como el río es ignorado por los peces, excepto cuando alcanzan la superficie, donde dejan de moverse y se iluminan. El anzuelo no es el tótem de la religión de los peces, por eso en Fedro no se pesca. En Fedro el agua renueva su transparencia y su cardumen de voces. Esta tarde la superficie no devuelve nuestra imagen, sino la polifonía del agua que corre. Con ustedes, Fedro, el ciclo del agua.(S.C.)

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